Aunque esta expresión comienza a estar en desuso, todavía se entiende que, cuando alguien muerde el polvo, significa que es derrotado o que se rinde. El origen de este vocablo proviene de una costumbre histórica:
Durante la Edad Media, las batallas entre caballeros estaban a la orden del día. Cuando uno de los combatientes era herido de muerte, era costumbre coger un puñado de tierra y llevárselo a la boca como muestra de respeto a la madre tierra que los había sustentado y que los custodiaría de ahí en adelante.
FUENTE: SUAZO PASCUAL, G. Abecedario de dichos y frases hechas, 2ª Edición, EDAF. Madrid, 1999
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