4 nov 2011 | Por: Nacho

Suerte

La suerte es un concepto abstracto de difícil comprobación. Personalmente, considero que la buena y la mala suerte no son más que meras coincidencias con una base de superstición y algo de fobia. Sin embargo, no deja de resultar interesante zambullirse en este apasionante tema que, inconscientemente, tanto nos influye, por lo que allá va un exhaustivo resumen sobre los principales elementos que afectan a la suerte:

Animales:
  • Gato: Es curioso que en la actualidad se considere a los gatos negros fuente de mal agüero. Ello se debe a que en la Edad Media se comenzó a asociar a los gatos negros con la brujería (se les consideraba brujas metamorfoseadas), entre otros motivos, porque solían perseguir a ancianas que más tarde eran acusadas de brujas, lo cual no resulta extraño si se considera que estas mujeres solían responder al perfil de la típica mujer mayor solitaria que da de comer a los gatos callejeros. La mayoría de países en los que se practicó la caza de brujas y gatos creen hoy en día  que cruzarse en el camino con un gato negro trae mala suerte, como es el caso de las actuales España, Italia, República Checa, Rumanía, Moldavia, Serbia, Montenegro, algunas zonas de Irlanda y EEUU; lo mismo sucede en los países de tradición hebrea, babilónica o hindú, donde se les asocia a la serpiente, otro animal de fama variable. Sin embargo, en algunos países europeos, especialmente los territorios del Reino Unido (y, sobre todo, entre marineros y pescadores, aunque no siempre), se consideraba que los gatos traían buena suerte, situación que quizá haya menguado en la actualidad; asimismo, los antiguos egipcios y romanos creían que el gato era un animal sagrado que representaba a la diosa Bastet (también conocida como Diana y Artemisa).

    • Elefante: Seguramente por influencia del hinduísmo, religión en la que el elefante es el símbolo del dios Ganesha, siempre se ha considerado de buena suerte poseer amuletos en los que figure un elefante, sobre todo si se trata de figurillas con la trompa doblada hacia arriba y hacia atrás (para que no se escape la suerte). Antiguamente, cuando aún se estilaba la caza de los elefantes africanos, el marfil de sus colmillos y sus crines se convirtieron en un cotizado objeto de gran valor monetario y mágico.

      • Mariquita: Al igual que encontrarse una mariquita es signo de buena ventura, matar a una puede ser lo último que hagamos antes de que una desgracia caiga sobre nosotros. Lo mismo se dice de matar a una araña dentro de casa o, entre marineros, de matar a un albatros o una marsopa.

        • Pájaros: En general, los pájaros por sí mismos no son indicantes de ningún tipo de suerte. Cuando una persona tiene la "suerte" de recibir en su cabeza los excrementos de un ave, lejos de lo que pudiera parecer, se considera que dicha persona tendrá buena suerte (igual ocurre al pisar por error un excremento). Sin embargo, las urracas y los pájaros que entran por la ventana simbolizan la muerte de alguien cercano, y todo lo relacionado con la muerte (tumbas, cementerios, etc.) y las desgracias, se supone, trae mala suerte.

          • Conejo: Debido a su rápida reproducción, se considera que los conejos son un símbolo de fertilidad que favorece a las cosechas y a las personas. Las patas de conejo traen suerte (igual que las manos de mono conceden deseos como si fueran lámparas maravillosas, si bien con graves consecuencias) y protegen del mal de ojo, mientras que matar a un conejo sólo puede acarrear desgracias. Según los celtas, cada pueblo estaba asociado a un animal que no podía ser cazado; en el caso de los españoles y portugueses, ese animal es el conejo (de hecho, el nombre actual de España procede de la expresión fenicia equivalente a isla de conejos, ya que nunca antes habían visto a este animal antes de llegar a la Península).

            • Búho: Encontrar un búho y mirarle sin asustarlo trae suerte de por vida. Por ese motivo, los amuletos en forma de búho atraen a la fortuna económica, pero encontrar a un búho muerto o enfermo no trae más que traiciones y rechazo social.

            • Ratón: A pesar de su mala fama, los hindúes consideran a la rata un animal sagrado por ser el medio de transporte de Ganesha (lo que contradice la conocida supuesta musofobia de los elefantes) y los antiguos romanos creían de buen agüero cruzarse con una blanca, pero no así con una negra. También guarda una posición de honor en la cultura china, en cuyo horóscopo se sitúa a la cabeza primer año chino como símbolo de riqueza, inteligencia, adaptabilidad y, por supuesto, suerte.

            Números:
            • Cuatro: A consecuencia de su fonética, similar en chino y japonés a la palabra muerte, es un número de mal presagio en dichos países (igual que ocurre con los colores blanco y morado, respectivamente asociados al luto en dichas regiones). De hecho, no es raro encontrar edificios sin cuarta planta (la numeración pasa del tres al cinco, cosa que también sucede en Europa y EEUU con el número trece en menor medida) o recelar de regalos compuestos de cuatro partes. En el cristianismo, este número representa a los jinetes del Apocalipsis, pero también a los evangelistas. También es símbolo de los puntos cardinales, los elementos terrestres, las nobles verdades del budismo y el dios Júpiter. Igualmente, se dice que quien halle un trébol de cuatro hojas (cada una de las cuales simboliza un componente básico de la felicidad, a saber: amor, salud, prosperidad y buena fortuna o, según otros, esperanza, fe, amor y suerte) encontrará la felicidad y le acompañará la suerte. Esto se debe a que los druidas de la antigua Inglaterra creían que el poseedor de semejante trébol podía ver y reducir la influencia de los demonios. También se dice que, antes de irse del Paraíso tras ser expulsada, Eva recogió un trébol de este tipo.

              • Seis: Primer número perfecto y tercer número triangular. Para algunos, simboliza la armonía perfecta, la belleza y el amor eterno (razón por la cual existen bastantes nombres propios de seis letras); sin embargo,  como sucede con el número ocho, es más habitual su concepción como número de mal augurio, ya que, según la Biblia, no existe número más imperfecto (le falta uno para llegar al siete, verdadero número perfecto). Por ese motivo, la bestia más imperfecta de todas, el diablo, se asocia con el número 666 (número de la bestia).

                • Siete: Número de la suerte por excelencia. En la Biblia, simboliza la suma de los cuatro elementos (tierra, agua, aire y fuego) más la Santa Trinidad (Padre, Hijo y Espíritu Santo), motivo por el cual ambos números son también de especial importancia en el cristianismo; en el mismo libro, el siete es usado como número mágico, simbólico e indeterminado. Culturalmente, se ve reflejado en muchísimas realidades: las vidas de un gato (al menos en Europa, ya que en EEUU se dice que poseen nueve y los árabes lo dejan en seis), las Siete Maravillas del Mundo, los Siete Mares, los sacramentos, los chakras, los pecados capitales, los días de la semana, las notas musicales, los colores del arcoiris, los enanitos de Blancanieves... Las herraduras, otro símbolo de buena suerte desde que, según la leyenda, san Dunstan herrera al diablo, causándole tal dolor que juró no volver a entrar en una casa con una herradura colgada sobre el umbral de la puerta, se dice que son aún más efectivas cuando tienen siete clavos.

                  • Nueve: Existe la leyenda urbana de que los compositores de sinfonías fallecen poco tiempo después de terminar su novena obra. Así sucedió con L. van Beethoven, F. Schubert, A. Bruckner,  A. Dvorak, G. Mahler y R. V. Williams. No obstante, no deja de ser un bulo numerológico, como explica con un juego de palabras malísimo, por cierto Zrubavel en su blog. También es un número de mal fario entre los nipones.

                    • Trece: La mala fama del número trece se remonta al zodiaco persa y a la mitología nórdica, concretamente a una cena a la que fueron invitados doce dioses; Loki (imagen), dios malévolo hijo del gran Odín, que se había colado, fue expulsado, no sin antes luchar, con el resultado de la muerte de  su hermano Balder, favorito de los dioses. ¿Se os ocurre algún otro ejemplo legendario de una cena con trece comensales que se saldó con la vida del favorito de los dioses a causa de los actos del decimotercer comensal? A esto hay que añadir la tradicional aversión europea al martes, debida a su asociación con el dios romano de la guerra Marte (recordad, para líneas posteriores, el dicho: "En martes, ni te cases ni te embarques"); en el caso del mundo anglosajón, el día de mala suerte es el viernes, ya que Jesucristo fue crucificado ese día de la semana. A consecuencia de lo anterior, los martes/viernes 13 son considerados popularmente como los días de peor suerte de todo el año.

                      • Veintisiete: Robert Johnson, Brian Jones (The Rolling Stones), Jimmy Hendrix, Janis Joplin, Jim Morrison (The Doors), Leslie Harvey (Stone the Crows), Kristen Pfaff (Hole), Kurt Cobain (Nirvana), Rodrigo Bueno y, recientemente, Amy Winehouse. ¿Qué tienen en común? Todos fueron músicos y todos murieron a los 27 años de edad. Esta maldición, que inicialmente se atribuía exclusivamente a los rockeros, ha sido ampliada por algunos con otros nombres, como los actores Brandon Lee, Jonathan Brandis, Johnny Palermo y Justin Mentell.

                      • Cuarenta y tres: Otro número prohibido para los japoneses, ya que se pronuncia igual que nacimiento muerto. En los hospitales de Japón, la sala de maternidad número 43 es evitada a toda costa por las parturientas debido a ello. Como podéis ver, los asiáticos son incluso más supersticiosos que los europeos. Si queréis más información al respecto, disponéis de algunas particularidades de los japoneses aquí.

                      Festividades:
                      • Navidad: Cada Nochevieja, los españoles tomamos doce uvas al son de las campanadas que marcan la medianoche. Si bien es cierto que esta tradición se popularizó en 1909 por un excedente de producción de uvas (menos mal que no ha ocurrido ahora con los pepinos), su origen es mucho anterior, pues existen referentes de dicha costumbre que datan del siglo XIX, cuando los aristócratas galogermánicos celebraban la festividad con uvas y champán. Cuando el alcalde madrileño José Abascal trató de impedir la celebración de fiestas en las calles durante la Navidad, algunos ciudadanos se congregaron en la Puerta del Sol a comer las uvas (imagen), haciendo burla de la burguesa costumbre. Con el tiempo, esta práctica se extendió al resto del país (otros tienen sus propias costumbres), llegando a decirse que no hacerlo supondría un año de mala suerte. De hecho, también es típico brindar con un anillo u otra joya de oro en la copa de champán tras las campanadas (jamás con agua), así como vestir ropa interior roja y dar un pisotón con el pie derecho (empezar el día con el pie izquierdo, así como todo lo relacionado con dicho lado, trae mala suerte) a la duodécima campanada, simbolizando la entrada en el año nuevo con buen pie. Otro buen augurio en Navidad, según la tradición española, es encontrar la figurita del roscón de Reyes, bollo típico que se suele tomar el 6 de enero, Día de Reyes.

                      • Cumpleaños: Tradicionalmente, se dice que si se apagan todas las velas de la tarta de un soplido, costumbre antiquísima, el deseo pedido se hará realidad. Lo mismo sucede, aunque no tenga relación, si se pide un deseo nada más ver una estrella fugaz.

                      • Boda: Posiblemente, las bodas sean los ritos donde más intervienen el protocolo y la superstición: desde llevar huevos a las Clarisas (orden religiosa) para que haga buen tiempo hasta que ella vista de blanco y lleve algo azul, algo prestado y algo nuevo (o algo viejo, o ambos; depende de la región). También se considera de buena suerte el intercambio de alianzas (que se colocan en el dedo anular, por donde supuestamente pasa la vena amoris), recoger el ramo tirado por la novia (se dice que la que lo recoja será la próxima en casarse), bombardear sin piedad lanzar arroz (siempre después de la ceremonia) y no ver a la novia hasta la ceremonia (tampoco ella misma en el espejo), entre otras creencias. Dado lo novedoso del matrimonio homosexual, la mayoría de estas tradiciones aún no se han adaptado a esta nueva realidad.

                      Gremios:
                      • Marineros: Aparte de lo ya dicho en líneas anteriores, este colectivo especialmente supersticioso consideraba desafortunado llevar mujeres, curas (en general, todo lo religioso), fineses, difuntos, animales peludos o algo azul a bordo. Igualmente, no se podía partir los martes/viernes (depende del ámbito geográfico), el primer lunes de abril (día en que Caín mató a Abel), el segundo lunes de agosto (día en que Dios castigó a Sodoma y Gomorra) o el 31 de diciembre. El canto de un gallo, un tiburón siguiendo al navío o la iluminación de un tripulante por los fuegos de san Telmo (rara luminiscencia de origen atmosférico generalmente asociada a la buena ventura, imagen), eran signos de muerte inminente. Tampoco resultaba aconsejable decir conejo o cerdo, ver fallecimientos por ahogamiento, entregar una bandera a través de los travesaños de una escalera, ponerse la ropa de un fallecido antes de terminar la travesía o llevar flores, plátanos o paraguas (en general, recordad que los paraguas se asocian a la mala suerte, ya que los antiguos paraguas de las clases bajas británicas eran tan rígidos que, al abrirse en espacios reducidos, podían ocasionar muchos accidentes, por lo que hoy en día se considera de mal fario abrir un paraguas bajo un techo o que se dé la vuelta a causa del viento). Si se silbaba o hacía sonar el cristal de una copa o si una gaviota o petrele se posaba en la borda, pronto llegaría una tormenta.
                      • Por otro lado, era recomendable botar el navío con champán al bautizarlo en referencia a una antigua costumbre vikinga (ni que decir tiene que un barco sin nombre sería perseguido por la mala suerte) y no cambiar jamás el nombre, a pesar de que los piratas lo hicieran en ocasiones por necesidad o capricho. Como amuletos, se usaban aletas de tiburón, plumas de reyezuelo (protección contra naufragios y ahogamientos por un año), aros metálicos en las orejas (para evitar las tormentas), una moneda bajo el palo mayor (tal vez como pago preventivo al infernal barquero Caronte, aunque también era usual lanzar una moneda por la borda para evitar tormentas), una estrella polar dibujada o adornos varios en el mascarón de proa. Igualemente habitual era tatuarse un crucifijo en la espalda, ya que así nadie osaría castigar al marinero con latigazos (y, de hacerlo, éstos sin duda se desviarían).

                      • Actores: Normalmente, el simple hecho de desear buena suerte, irónicamente, atrae a la mala suerte, sobre todo si a esto se contesta con un "Gracias". Esto es especialmente notable entre los actores de teatro, que, de hecho, se desean unos a otros mucha mierda o romperse una pierna. No tan supersticiosos como los marineros pero sí más que la mayoría, tampoco se recomienda llevar ropa o complementos amarillos en el escenario, ya que el gran actor y dramaturgo francés Molière (imagen) falleció interpretando su obra El enfermo imaginario (aunque, si murió, no lo sería tanto) vestido con una bata de este color. En consecuencia, la obra pasó a formar parte de la larga lista de obras malditas, entre las que destaca Macbeth, cuyo nombre ni siquiera se suele pronunciar. En España, son obras prohibidas la zarzuela La tempestad de R. Chapi y La leyenda del beso de R. Soutullo y J. Vert. Tampoco se consideran positivos la presencia de un clarinete entre la orquesta, el uso de una Biblia real en la obra o que el servicio de limpieza olvide una escoba sobre el escenario (puesto que ahuyenta al público, lo barre).

                      Otros: Además de determinados símbolos y amuletos mágicos y religiosos (que pueden ser plantas, piedras, esencias u otros objetos), aleja la mala suerte escupir (a veces acompañado de tres vueltas sobre uno mismo), tocar madera (costumbre druídica transmitida a los griegos, que consideraban en concreto que los robles eran moradas de los dioses, ya que eran frecuentemente alcanzados por los rayos), colocar gárgolas en las iglesias (pues alejan al Diablo), cruzar los dedos (no se sabe si en referencia a la cruz cristiana, a un antiguo gesto pagano o nórdico o a uno de los arqueros medievales), decir Jesús o salud cuando alguien estornuda (bendice contra la peste y evita que el Demonio se cuele a través de la boca; por ese motivo, también es bueno taparse la boca al bostezar), pisar tres veces un cuchillo que se ha caído (si no, se atrae a la mala suerte), echar sal sobre el hombro (no así derramar sal sobre la mesa, ya que la sal es un símbolo de amistad y, además, antiguamente era de gran valor; y tampoco pasar la sal de mano en mano), poner una escoba del revés contra la puerta (para que, si entra una bruja, no se pueda resistir a cogerla y salir volando), no poner el bolso en el suelo (porque se va el dinero), regalar una figura de una brujita, amueblar la casa siguiendo los principios del feng shui, colocar flores en las tumbas y honrar a los muertos. También traen buena fortuna los cuadrados mágicos (tablas de números que en horizontal, vertical y diagonal suman siempre lo mismo), los sólidos platónicos (tetraedro, cubo, octaedro, icosaedro y dodecaedro), el número π, la proporción áurea, encontrar una moneda brillante o con la cara hacia arriba (si se recoge una moneda con la cara hacia abajo, se debe regalar), tirar monedas a un pozo o fuente, tocar la chepa de un jorobado, soplar una pestaña o un diente de león y quedarse con la parte grande de la fúrcula o hueso de la suerte de un ave (imagen superior).

                      Por su parte, es de mala suerte romper un espejo (superstición grecolatina relacionada con la adivinación del futuro: si el reflejo de una persona se rompía, significaba que no había futuro para dicha persona; como se creía en la renovación de la salud cada siete años, romper un espejo provoca esos años de mala suerte), poner un sombrero sobre la cama o unos zapatos (sobre todo si son nuevos) sobre la mesa, los cuadros torcidos o caídos (muerte inminente), encender un cigarro con una vela (insulto a los espíritus) o tres con una misma cerilla (se dice que en cierta guerra un soldado vio la llama de una cerilla encendida por un enemigo, apuntó cuando se la pasó al segundo y disparó alcanzando al tercero), pasar bajo un andamio o escalera (ya que ésta forma un triángulo con la pared, símbolo divino; además, a los reos franceses del siglo XVII se les hacía caminar bajo una escalera, puede que en alusión a la escalera que se apoyó en la cruz de Jesucristo para bajarle), derramar vino o champán sobre la mesa (en el primer caso, se debe untar un poco de vino sobre la frente; en el segundo, champán sobre el lóbulo de la oreja), dejar las tijeras abiertas (quizá en referencia a las tijeras de las Moiras o Parcas de la Antigua Grecia), conservar una escoba tras mudarse (arrastra las desgracias de la casa anterior) o barrer los pies de una soltera o viuda, pisar una grieta, una junta entre baldosas o una tumba, ser mirado por un tuerto o un gitano, cruzarse con un pelirrojo (para contrarrestarlo, se debe tocar un botón de la propia camisa), recibir jugando al póker la llamada mano del muerto (dos ochos, dos ases y otra carta, la mano del pistolero Wild Bill Hickok antes de morir), ver una rata o bruja negra (tipo de mariposa) y, por supuesto, ser maldito.

                      ¡Gracias, mamá y Miguel!

                      FUENTES: 20 Minutos, nº. 2703. "La revista", pg. 14. Grupo 20 Minutos. Madrid, 2011;
                      WIKIPEDIA, EL VIGÍA

                      FUENTES COMPLEMENTARIAS: SOBRE LEYENDAS, MADRID OCULTO

                        2 opiniones:

                        Miguel Angel Hernandez dijo...

                        Impresionante recopilación de supersticiones, buen trabajo. Añadir una pequeñ añeyenda urbana que se cuenta sobre la batalla de Waterloo. Dicen que cuando estaban lo dos ejércitos formados y Napoleón y Wellintong frente a frente se cruzo entre ellos un gato negro. Como Napoleón era francés le trajo mala suerte, sin embrago a Wellintong que era ingles le trajo buena suerte y gano la batalla.
                        Y otro apunte en mi blog (y perdón por la autocita) escribi una entrado sobre "la mano del hombre muerto" http://eldelyayo.blogspot.com/2011/05/cuidado-jugando-al-poker-si-ligais.html
                        todo un personaje el Bill Hickock.

                        Saludos y nos seguimos leyendo.

                        Nacho dijo...

                        Aunque parezca increíble, no he contado ni la mitad de lo que podría, pero ya bastante extensa me estaba quedando (y me ha quedado) la entrada XD Muchas gracias por las aportaciones; desde luego, aún tengo pendiente terminarme de leer todas tus entradas. Estoy en ello, ¡lo prometo!

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