Indudablemente, la letra más española, pues no existe en ningún otro idioma (aunque esta afirmación no sea del todo cierta, ya que los ingleses usan la palabra jalapeño, por ejemplo). Y su origen, cómo no, se encuentra en la época de dominación romana, cuando toda Hispania fue latinizada:
Entre sus innumerables aportaciones, los italos nos trajeron su fantástica lengua, que incluía diversos grupos consonánticos que evolucionarían hasta nuestra actual eñe (algunos incluso se conservan en algunas lenguas y dialectos hoy en día): –gn (lignum>leño), –mn (autumnum>otoño), –ni (Hispaniam>España)... Pero, sin duda, la agrupación más común era –nn (annus>año). Por ello, con el paso del tiempo, las dos enes se irían escribiendo cada vez más juntas hasta acabar una encima de la otra (para que así no fueran confundidas con una «m»), dando lugar a la ene con virgulilla o, en términos llanos, nuestra eñe.
¡Gracias, Raquel!
FUENTE COMPLEMENTARIA: TSCHICHOLD, J. El abecé de la buena tipografía, Ed. Campgràfic. Alemania, 1960
0 opiniones:
Publicar un comentario