Como ya hiciera en su día con la palabra pene, hoy quisiera adentrarme en la que ha sido considerada la palabra con más sinónimos (y más originales, aunque menos conocidos) en castellano. Pero antes, una pequeña introducción sobre el origen etimológico de dicha palabra:
Tal y como indica el mismo DRAE, la palabra
vagina encuentra su nombre en el latín. Concretamente, pertenece a las palabras conocidas como dobletes, que son aquellos vocablos latinos que dan como resultado una palabra patrimonial (fonéticamente evolucionada) y un cultismo (apenas evolucionada) o semicultismo, normalmente con alguna relación entre ellos. Así, la palabra
vaginam dio en su día el cultismo
vagina, pero también la patrimonial
vaina (resulta evidente la relación de forma, es decir, el parecido físico entre ambas cosas). ¿Sabría esto Fuego cuando cantaba sobre «
una vaina loca que me lleva a la gloria»? Otros dobletes con una relación bastante clara serían
causa-cosa,
materia-madera,
cálido-caldo,
frígido-frío,
delicado-delgado,
limpio-lindo (de hecho,
pulcro solía significar
hermoso en la Antigüedad),
regla-reja (ésta es recta como aquélla),
amplio-ancho,
plano-llano,
directo-derecho,
estricto-estrecho,
torcido-tuerto,
atónito-tonto,
clave-llave (ambas
key en inglés),
dígito-dedo (pues de ambos hay diez),
comparar-comprar,
fábula-habla,
parábola-palabra,
ópera-obra o, como expliqué hace unos meses,
cátedra-cadera.
Ahora sí, podemos pasar a las múltiples formas eufemísticas usadas para referirse a la vagina:
Adelante, agujero, albóndiga, alcancia, alfombra, almeja, amiga, anillo, araña, argolla, aspiradora, asunto.
Bacalao, banelco, barbona, batcueva, bicho/a, bigote, bistec peludo, bistezuda, bizcocho, boca de mono, bollo/bollicao, boquerón, borrega, bototo, breva, buchaca, buche, buraco, burra.
Cacerola, cacharpa, cachi/cachí, cachimba, cachirola, cachucha, cachufla/cachufleta, cajeta, canana, carlota, castaña, ceja, chacón, champa, chango, chape, charquito, chauchera, chepa, cherry, chichi, chicholina, chilindrina, chimba, chimuela, china, chiquita, chiquitiada, chirla, chirri, chita, chocha, chochis, chocho/chochete/chochito/chochín, cholga/cholgüeta, chonene, chonfla, chopaipa, choricuaco, chorifly, choro(pe)/chorito, chorombomba, chorongo, chucha/chuchi, chuchina/chuchuna, chula, chumino, churuca, ciega, cobacha, cocho, cochofleta, cococha, cola, coladera, comadreja, cona, concha/conchita, concho(n), conejo/a, coño/coñete/coñito, cosa/cosita/coso, coto, cotorra, cresta, creta, crica, cuca/cuquita, cucaracha, cucaraña, cuchara, cuchumena/cuchumina, cucurucho, cueva, cu(n)chi, cuscusilla.
Dona.
Ejotito, ella, empanada, espumosa, estuche.
Felpudo, fifona, filipino, (fi)filiqui, fleco, flor, fonda, fresa/fresita/frutilla, frijol.
Galleta, gata, gigina, gota, grieta, gruta.
Hachazo, higo, hocico, hoyito, hueco, húmeda.
Jamona, jaula, joyo/joyete, josefa.
Kayak, kiwi.
Labios, lapa, lola, loncha.
Mamadera, mamita, maría, marisco, marraqueta, mazapán, mejillón, metedero, micha, mico, milanesa, miona, molleja, monedero, mono, monte, moño, moñoñongo, morrocoya, mota.
Nena, nerona, nido.
Ojo, oso, ostia/ostra.
Pacharrina, pachocha, paella, palancúa, paloma, pan/panecillo, pandorca, panocha/o, papa, papalota, papaya, papo/papito/papona, parrocha, partes, pastel, patata/patatona, payasa, pelenga, pelona, peluche, peluda, pelusa, pepa/pepe/pepita/pepitilla, perrecha, pescado/pescadería, peseta/pesetilla, pichulera, piocha, pinga, pipa/o, pipi, pirinocha, piure, pocha/pochi/pucha, pochola, poderosa, pompina, ponchita, popola, portal del amor, posa, potorro, potota, pozo, prima, primordio, pucha/puchi/puchula, pudin, (pu)pusa, pussy.
Quelite, queque, queso/quesadilla, quiebre.
Raja, rana, ratón(a), regina.
Sacapuntas, santa, sapo/sapolio, sardina, sartén, selva, semilla, señora, seta, sonrisa vertical, sucutela.
Taca, tajo, tamal(ito)/tamarindo, tarántula, taquito, tenchu, tete/titi, tona, tontón, torta, tota/toto/totete, totona, totorocha, tragasables, tragona, triángulo, trompuda, tuche, tuna, túnel, turrón.
Vagina, vaina, venusta, verija, virtud, vulva.
Yarma, yaya, yoni.
Zambo, zanja, zapato, zapi, zapón, zarigüeya, zorra(pe).
Lo que más llama la atención de la lista es la gran cantidad de diminutivos que hay, posiblemente asociado a la delicadeza femenina (mientras que un gran pene, como muestra de virilidad, llama a los aumentativos). Y de repente nos encontramos con la peculiaridad de la palabra
coñazo, que en España se usa para referirse a cualquier tarea ardua, tediosa y aburrida, mientras que algo genial es
la polla o
cojonudo. ¿Otra muestra más del machismo en el lenguaje? Es posible, pero también podemos encontrar otra explicación si nos remontamos a la Barcelona de 1920. Por aquel entonces, la capital catalana era el centro de la industria cinematográfica española, de modo que fue allí donde el cineasta Armando Flores creó un género tan sorprendente como desconocido: el porno fantástico. Lejos de lo que pudiera parecer, el director de cine consiguió hacerse un hueco en el mundillo del cine hasta que estrenó su obra más arriesgada.
El coñazo, una surrealista y aburrida película sobre dos exploradores que encontraban y se adentraban en una gigantesca vagina del espacio exterior (
imagen), recibió tantas críticas negativas que Flores abandonó el cine para siempre. No obstante, de algún modo pervive en nuestra memoria cada vez que nos referimos con fastidio a algún
coñazo por el que nos toca pasar, así que podría decirse que su gran fracaso lo fue sólo en parte, ¿no?
¡Gracias, Lex!