Demasiado poco explícitas para los tiempos que corren, muchas expresiones usadas para librarse de una persona molesta han caído en desuso en detrimento de otras más gráficas, como irse a tomar por culo o irse a la mierda. No obstante, hagamos un análisis retrospectivo de otras más "históricas":
Desde hace mucho tiempo, la existencia de personas fastidiosas o inoportunas ha implicado la necesidad de inventar expresiones para despachar a esta clase de gente. Por eso, se documentan vocablos varios que se han utilizado a este respecto, generalmente dando a entender que se prefiere que dicha persona se mantenga alejada y ocupada en una tarea desagradable o inútil:
Irse a freír churros: Al parecer, en sus orígenes los churros tardaban bastante tiempo en freírse. Por si ello fuera poco, los churreros solían recibir numerosas salpicaduras del aceite hirviendo, por lo que mandar a freír churros es desearle a alguien la ingrata tarea de esperar, quemarse y recibir dos duros por ello.
Irse a freír espárragos: Dado que los espárragos son un alimento que debe tomarse hervido (aunque ahora también se estilen a la plancha), mandar a alguien a freír espárragos equivale a atribuirle una tarea muy ardua y del todo inútil, ya que nadie se comería unos espárragos fritos.
Irse a freír monas: La expresión habla por sí sola: nada más absurdo, improductivo y engorroso que tratar de freír una mona (no digamos ya varias...).
Irse a freír morcillas: Como ocurre con los espárragos, freír morcillas lleva mucho tiempo, esencialmente debido a su volumen. Por tanto, es del todo deseable que el pelma de turno dedique su tiempo a dicha tarea y, mientras tanto, deje de dar la vara.
Irse a hacer gárgaras: Nada mejor para interrumpir la cháchara molesta que enviar a alguien a hacer gárgaras, de forma que no pueda hablar y, con algo de suerte, incluso se atragante y ahogue.
Irse a hacer puñetas: Las puñetas son los encajes que solían llevar los juristas, doctores, magistrados, etc. al final de las mangas (en torno al puño). Al parecer, estas bocamangas eran complicadísimas de tejer, por lo que, cuando una persona se hartaba de otra, la mandaba a hacer puñetas para que se estuviese entretenida un buen rato y la dejase en paz, ya que esta tarea artesanal ocupaba mucho tiempo y, por si fuera poco, solía realizarse en los conventos, de tal modo que, con suerte, el puñetero quizá se tuviese que quedar allí definitivamente.
Irse al guano: Sabiendo que el guano es la acumulación de los excrementos de ciertos animales, como las aves marinas, sobran las explicaciones.
Irse al carajo: En refencia a la canastilla del palo mayor de un navío (imagen), desde la que vigilaban los marineros castigados.
Irse a la porra: Al acampar, los ejércitos de los siglos XVII y XVIII solían clavar un bastón terminado en un puño de plata que se utilizaba como batuta del tambor mayor: la porra. Cuando un soldado era arrestado, se le mandaba a la porra para que posteriormente fuese el oficial de guardia a verle e imponerle el castigo correspondiente, que solía ocuparle mucho tiempo. Sin embargo, según mi colega Miguel Ángel, La Porra es una pequeña población del extrarradio madrileño cuyos edificios destacan por su pésima y rara construcción, por lo que podéis elegir la opción que más os atraiga.
Finalmente, uno puede mandar a la persona hartante a paseo (y si es largo, mejor), al pedo, al cuerno, al orto, a la verga, al quinto pino/coño, a tomar por saco, al infierno o incluso a cagar a la vía, con la secreta esperanza de que el tren le arrolle en plena faena.
¡Gracias, Fernando!
FUENTES COMPLEMENTARIAS: 1DE3.COM, MEMORIA RESIDUAL
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